Turismo: Entre mitos y abusos
“Sin escrúpulos y dispuestos a medrar con malas artes”
Cornelio Tácito, Historias, Libro II, 58, p. 148
1).- A esquilmar al visitante
Llegó la Semana Santa y con ella las oleadas del turismo nacional y extranjero. Uno de los destinos de playa, Puerto Escondido, devenido ya el Acapulco de los chilangos en los años 70. “Acapulquito, carnal”; a instalarse en el hotel “cama-arena”. Sin los servicios ni la infraestructura necesaria para paliar esta avalancha humana. Nada más se inauguró el tramo Barranca Larga-Ventanilla y las playas –algunas contaminadas con heces, como advirtió hace un año COFEPRIS- a reventar. La carretera como pista de carreras. Además, escenario de accidentes, bloqueos y chantaje. La llamada Costa Esmeralda devenida el nuevo Edén del turismo de morral en el país. Pero hay algo que identifica a los tres principales destinos oaxaqueños: la voracidad para exprimir al visitante. Una forma sui géneris de matar a la gallina de los huevos de oro.
En la capital, el quid no es la promoción de las ceremonias religiosas de “El Encuentro” en Xochimilco o Jalatlaco, los nuevos barrios mágicos; el desfile de estandartes; la visita a los “Siete altares” del Jueves Santo o “La Procesión del Silencio” del Viernes Santo. No. La idea es ver quién llega a los restaurantes de moda para dejársela caer. Vender un barquillo de nieve “ancestral” en 100 pesos, como difundió en sus redes sociales una influencer británica o encontrar un café con su carta sólo en inglés. U otros que anuncian pan o baguettes de “masa madre” o comida prehispánica con chocolate y café “orgánicos” o “ensamble de mezcal” con su respectivo “maridaje”.
2).- La moda y la gentrificación
Hay opiniones que perciben en la capital, los efectos brutales de la gentrificación, en particular en los barrios llamados mágicos. Cafés y demás son casi exclusivos para extranjeros. Y no precisamente de mayor poder adquisitivo. Las mutaciones en el perfil histórico y tradicional son evidentes. El desplazamiento de los nativos no admite duda. Lo grave es la apropiación de modas y la explotación infame de paradigmas y mitos, como la cocina ancestral y prehispánica. Ya ni siquiera novohispana. O la que hoy ha dado de llamarse “cocina fusión”, cuyas recetas parecen haberlas copiado no de las monjas carmelitas o de Santa Catalina de Siena, sino de los milenarios penates, manes o de las pitias del Templo de Delfos.
Hay tantas marcas de mezcal y tal su precio que ya es prohibitivo para cualquier garganta profunda o gañote aventurero local. En un conocido hotel la copa de Real Matlatl, agave cerrudo, costaba en 2021, 755 pesos. Y no son pocos que, al turismo nacional y extranjero le dan gato por liebre. Es decir, la voracidad para esquilmar al visitante es infame. En ese gigantesco congal en que se ha convertido nuestro Centro Histórico en los dos últimos años, se permite cualquier abuso. Es más, no existe ningún organismo de gobierno que disponga de clausuras o sanciones a este tipo de prácticas. Las bebidas alteradas a tambor batiente.
Los atropellos de guaruras y garroteros ya han dado la nota. Con el ardid de que somos una ciudad turística los antros tienen mano para cobrar lo que a gerentes y propietarios les venga en gana. Los restaurantes de antaño; aquellos que siguen con las recetas clásicas de la verdadera cocina oaxaqueña, han sido opacados por aquello de las cocineras tradicionales o de quienes a la yerba santa le llaman “hoja santa” o a nuestros “chacales” de río, les dicen langostinos.
3).- ¿Política turística? Pero, ¿cuál?
En la Roma antigua se lamentaba Salustio: “Verdad es que, desde hace mucho, hemos perdido el nombre verdadero de las cosas” (Conjura de Catalina, Gredos, Barcelona, 2022, 52.11, p. 86). En efecto, ese engañoso boom del turismo nos ha restado originalidad; la sobada identidad y la pureza ancestral, son sólo artificios comerciales y publicitarios. A ello hay que agregar la farándula, el festival y La Guelaguetza perpetuas como eje de la política turística; la ignorancia supina para convertir a la industria sin chimeneas en un pivote de desarrollo. En efecto, el eslogan publicitario puede dar para más: “Oaxaca, orgullosa de sus raíces”, pero también de los abusos y la brutal explotación al visitante.
BREVES DE LA GRILLA LOCAL:
— El pasado 21 de marzo falleció mi gran amigo, José Manuel López García. Buen abogado y una indiscutible pluma, cuyo talento se reflejó en su colaboración dominical en el diario “Noticias. Voz e Imagen de Oaxaca”. Hoy, Manolo, parafraseando a Virgilio: “vio trastocarse el gris de su cabello en blandas plumas y abandonó la tierra y por el cielo cantando persigue a las estrellas”. (Eneida, Libro X, 190, p. 294). Mi sentido pésame a su esposa, hijos y demás familiares.
Consulte nuestra página: www.oaxpress.info y www.facebook.com/oaxpress.oficial Twitter: @nathanoax